viernes, 26 de abril de 2019

Presentación de la Autobiografía de Don Domingo Sánchez y Sánchez



El sábado 20 de abril hemos presentado en el Salón de Actos de la Mancomunidad Alto Águeda la Autobiografía de D. Domingo Sánchez, que él tituló “Historia vulgar algo novelesca de un naturalista médico español”. Realizó la presentación José María Andrés.

Desde que echó a andar la Asociación Amigos del Castro de Irueña hemos tenido clara la necesidad de dar a conocer la figura de D. Domingo Sánchez. En primer lugar, porque con sus excavaciones en el Castro de Irueña de los años 30 del siglo pasado, ha permitido que en la actualidad podamos ver restos importante en el yacimiento, y sobre todo porque fue un ilustre naturalista, antropólogo y eminente investigador del sistema nervioso de los invertebrados, ampliamente reconocido a nivel internacional, aunque apenas recordado en su amada España y bastante desconocido en su pueblo natal.

Buscando información sobre él, encontramos breves reseñas biográficas que incluían algunos de sus trabajos histológicos. En una de esas búsquedas la fortuna nos llevó a una web de Panamá (www.gorgas.gob.pa) que tenía un apartado dedicado al “Museo de Antropología Médica-Forense, Paleopatología y Criminalística. Profesor Reverte Coma” de la Universidad Complutense de Madrid”, creado por el Dr. José Manuel Reverte Coma, quien trabajó como becario en el laboratorio del Instituto Cajal, cuando D. Domingo ya era octogenario.

En el apartado de Biografías de esa web aparece D. Domingo. El Dr. Reverte Coma cuenta que le encantaba hablar con D. Domingo por sus inagotables historias en el lejano oriente y comenta que seguramente esto influyó en su futuro porque pocos años después él también estuvo bastantes años recorriendo los 5 continentes. Termina diciendo que años más tarde recibió todo su archivo, manuscritos, correspondencia, notas y sus maravillosos dibujos junto con la autobiografía, que tenía previsto publicar.

Para contactar con el Dr. Reverte Coma el único medio que tenía era a través de su Museo. Me puse en contacto con el director, José Antonio Sánchez, quien me dijo que el Dr. Reverte Coma tenía 94 años y se encontraba en una residencia. Me dio la dirección y el teléfono y cuando llamé me dijeron que por la ley de protección de datos no me podían poner en contacto con él e incluso al final me dijeron que ya no se encontraba allí.

Decidí entonces escribir una carta postal enviándola a la residencia a la atención del Dr. Reverte Coma. Esto fue a finales de septiembre de 2016.

En diciembre recibí la respuesta, también por carta postal, del Dr. Reverte que decía que los documentos que recibió de D. Domingo los entregó en el Instituto Cajal y que estaba corrigiendo la autobiografía, que tenía muchísimos errores, pero por sus problemas en la vista le estaba ayudando una hija suya. Le respondí con un correo electrónico a la dirección que ponía en la carta ofreciéndole mi ayuda si lo consideraba necesario.

No tuvimos más noticias y a finales de 2017 retomamos el tema del libro. Entonces vi la noticia del fallecimiento del Dr. Reverte, que se había producido en mayo de ese año. Parecía que todo se había ido al garete, de manera que escribí un correo electrónico al director de su Museo preguntándole si podía ponernos en contacto con algún hijo o familiar del Dr. para preguntarle cómo estaba el tema del libro de D. Domingo.

Curiosamente a los dos días recibí un correo electrónico de su hijo Francisco, quien me dijo que su mujer es de Villavieja de Yeltes y pasan allí la segunda quincena de agosto, que podía entregarnos la maqueta del libro para que nosotros, si lo creíamos conveniente, termináramos la corrección y lo publicáramos.

En agosto, cuando vino a Villavieja, me llamó y el día 23 fuimos Chema Sánchez y yo para recoger la maqueta. Me enseñó la factura que su padre había abonado a la imprenta por la maquetación y me dio la dirección de la misma.

Hasta septiembre no pude contactar con la imprenta. Me dieron las tarifas de impresión según el número de ejemplares que se encargaran y buscamos la forma de financiación, porque los fondos de la Asociación son reducidos. El Ayuntamiento dijo que podía colaborar y al mismo tiempo gestionó la participación de la Diputación de Salamanca, de modo que, con la aportación de ambas instituciones, lo que había abonado el Dr. Reverte a la imprenta (los hijos dijeron que lo que su padre pagó, pagado estaba), y nuestra aportación hemos conseguido que la Autobiografía de D. Domingo esté a disposición de quienes quieran leerla y disfrutarla.

Queremos agradecer esta colaboración económica al Ayuntamiento de Fuenteguinaldo, a la Diputación de Salamanca y a los hijos del Dr. José Manuel Reverte Coma.

A mediados de septiembre vine al pueblo y junto con Domingo Neto hablamos con Mercedes, sobrina-nieta de D. Domingo, que nos enseñó varios diversos objetos que tiene, entre ellos, la autobiografía manuscrita, de modo que la fotografié página a página y ha sido fundamental para subsanar muchos errores tipográficos que tenía la maqueta, que de otro modo no hubiera resultado fácil.

Una vez más la fortuna acudió a nuestro encuentro.

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En su autobiografía D. Domingo nos deja una visión de cómo era la vida en el último cuarto del siglo XIX y la primera mitad del XX. Hay que destacar que estudió gracias al empeño de su madre. Las condiciones de vida en aquellos años apenas permitían a las familias sobrevivir, pero su madre, una mujer ilustrada que leía diferentes libros a las vecinas en los seranos, estaba decidida a que sus hijos estudiaran y lo hicieron dos de ellos. D. Domingo, por su parte, asumió la responsabilidad de corresponder al esfuerzo de la familia y además de estudiar, ayudaba en casa en las tareas del campo durante las vacaciones.

D. Domingo comenzó a estudiar con el cura del pueblo y después de su paso por el Seminario de Ciudad Rodrigo, hizo el bachillerato en Ávila y la licenciatura de Ciencias Naturales en Madrid.

Por cierto, su intención era matricularse en Ciencias Físico-Matemáticas, pero los amigos, a los que encargó que lo matricularan, lo hicieron en Ciencias Naturales. Él creyó que se habían equivocado, pero le respondieron que no se habían equivocado “que lo hicieron porque los matemáticos suelen adquirir un carácter taciturno, a veces raro, y vivir abstraídos, aislados de sus amigos, quienes a menudo se ven privados de la satisfacción que proporcionan los ratos de agradable conversación y compañía”.

Justo antes de terminar la Licenciatura uno de sus profesores, D. Ignacio Bolívar, les dijo que estaba disgustado porque después de haber conseguido crear una plaza de Colector zoológico en Filipinas, no había ningún naturalista que quisiera desempeñarla. D. Domingo, sin pensarlo mucho, se ofreció a ocupar la plaza con la condición de que le permitiera terminar la carrera de Ciencias Naturales.

Unos meses después, en agosto de 1885, embarcó hacia Filipinas comenzando una aventura similar a las que tantas veces había leído en las novelas de Julio Verne y Mayne Reid, sus novelistas favoritos.

En Filipinas, adonde llegó con casi 25 años, se dedicó a recolectar especies de animales y plantas, realizando su clasificación correspondiente. Del contacto con los nativos comenzó a interesarse por la antropología, estudiando sus costumbres y modos de vida, llegando incluso a hacer mediciones antropométricas.

Realmente fue un aventurero, incluso expuso su vida en varias ocasiones, sobre todo cuando contrajo las viruelas. Estuvo al borde de la muerte, tan grave, que hasta llegaron a publicar la noticia de su fallecimiento. En otra ocasión, ante la tardanza de su regreso de una expedición a la que le acompañaban un grupo de ladrones que había contratado, también lo dieron por muerto y cuando llegó al pueblo de vuelta le iban a decir una misa de funeral, a la asistió y llamó “misa de cuerpo presente oída por el mismo interesado”.

A su regreso a España, en 1899, pasó una época de penurias. Tuvo que dejar a la familia en Fuenteguinaldo y se fue a Madrid a terminar la carrera de Medicina que había empezado en Manila. Durante esos años trabajó como Ayudante 2º en el Museo de Ciencias Naturales y dando clases particulares. Una vez terminada la carrera, con casi 40 años, ejerció la medicina. Entró en contacto con Santiago Ramón y Cajal, que ya era una eminencia, en el Laboratorio de Histología y Anatomía de la Facultad de Medicina. A partir de entonces, 1901, comenzaría una fructífera relación entre ambos en el campo de la investigación de los tejidos nerviosos. Don Domingo se centró en el sistema nervioso de los invertebrados.

Don Domingo y Cajal tenían bastante en común, quizá por eso sintonizaron tan bien y pudieron compartir investigaciones durante más de 30 años.

Hay que destacar que ambos eran verdaderos artistas, no hay que más que ver los dibujos que hicieron del sistema nervioso y de las diferentes células a lápiz o a plumilla.

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El interés por la antropología iniciado en Filipinas continuó posteriormente y D. Domingo fue cofundador de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria y en las reuniones de la Sociedad le preguntaban por lo que había en su pueblo, en Irueña, y comenta:

Mas como yo, a pesar de ser del pueblo y haber estado allí algunas veces en mi juventud, tenía muy escasos o incompletos conocimientos, me sentía algo desairado, cuando no en ridículo y juzgué conveniente evitar esa enojosa situación. Al efecto solicité de la Junta Superior de Excavaciones au­torización para practicar allí excavaciones”.

Fruto de esas excavaciones es lo que actualmente está visible: el Palacio y la Calle. Lamentablemente no hemos podido encontrar todavía la memoria de las excavaciones que entregó, según él mismo indica, el día 6 de julio de 1936. Esa memoria contenía una descripción exhaustiva de los trabajos realizados con fotografías, dibujos y planos de la excavación.

También cita la publicación de dos trabajos sobre Irueña que no hemos conseguido localizar:

También he desarrollado, particularmente después de terminada la guerra, alguna actividad en cuestiones antropológicas. En la se­sión del 25 de octubre de 1939 fueron presentados a la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria, dos trabajos míos derivados de mis excavaciones realizadas en Irueña, antes mencionadas.

Uno de ellos: La escultura granítica zoomorfa de Irueña (con 5 figuras) describe una de las esculturas de piedra de época ibérica, acaso ejemplar único, llamada por las gentes del pueblo La yegua, aun cuando por ninguno de sus caracteres puede referirse a una figura animal. Sobre este tema realicé en la Sociedad una conferencia el 26 de marzo de 1941.

El otro trabajo: Los antiguos habitantes de Irueña (con 36 figuras) da idea de los distintos pueblos que vivieron sucesivamente en aquel poblado desde los iberos hasta nuestros días”.

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En 1922 se publicó su más sensacional descubrimiento, el trabajo “Investigaciones sobre la histólisis de los centros nerviosos de algunos insectos y su influencia en las meta­morfosis”, pero este éxito quedó eclipsado por la enfermedad y muerte de su hijo Ángel el 23 de mayo de 1923, con 22 años, doctor en Ciencias Naturales y a punto de acabar la carrera de Medicina.

Pero llegó el año 1934, “año funesto en el que la desgracia me ha asestado los golpes más terribles y dolorosos de mi vida”.

En julio murió, a los 30 años, su hija Encarnita, doctora en Ciencias Naturales y Farmacia, que era su esperanza para continuar sus trabajos de investigación y unos meses después, en octubre, murió su admirado y querido maestro D. Santiago Ramón y Cajal.

A pesar de esos contratiempos, continuó acudiendo diariamente al laboratorio casi hasta el final de su vida.

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D. Domingo había decidido escribir su biografía hasta los 75 años, pero a los 82 años escribe un epílogo en el que hace un repaso de los años de la Guerra Civil. Tenía previsto ir el 20 de julio de 1936 a Fuenteguinaldo para pasar las vacaciones, pero dos días antes empezó la Guerra Civil y tuvo que permanecer los tres años que duró en Madrid. Durante esos años él y su familia pasaron verdaderas calamidades, como el resto de los madrileños.

Quiero citar dos reflexiones que hace en el epílogo que a pesar del tiempo pasado las podría hacer también ahora:

Sobre la Guerra Civil:

Los acontecimientos de que vengo haciendo mención causaron en mi ánimo deplorable efecto. En algunos momentos me sentía desfa­llecer pensando en la ineficacia y el desdén con que suelen acogerse en nuestra patria los resultados de la paciente labor científica y el fracaso, al menos aparente, de la civilización y la cultura. Si después de tantos siglos de trabajos, de tantos esfuerzos de inteligencia, no hemos llegado a resolver los conflictos más que a tiros y cañonazos, podríamos preguntar: ¿Para qué sirven la inteligencia, la razón, la cultura, la civilización? ...”.

Sobre la II Guerra Mundial:

A pesar de haber perdido casi por completo mi antiguo opti­mismo, abrigaba la esperanza de que la humanidad reflexionara modificando el criterio de destrucción, de odio, ambiciones y ven­ganzas que parecía dominarla por otro basado en un espíritu de convivencia amistosa, de tolerancia mutua, de justicia más o menos pacífica. Pero también esa esperanza, esa última esperanza, podríamos decir, está fracasando. La humanidad sigue odiándose, aborreciéndose. Aun cuando no falten personas amantes de la paz, la concordia y la fraternidad, entre las cuales creo encontrarme, el sentir general parece ser muy distinto. Entre las gentes directoras de las masas humanas parece dominar la ambición, la crueldad, la envidia, la falta absoluta de caridad.”

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El 29 de marzo de 1944, se dictó por el Ministerio de Edu­cación Nacional una orden publicada en el Boletín del Estado del 13 de abril concediéndole el ingreso en la Orden Civil de Alfonso X el Sabio con la categoría de Encomienda con placa.

El 23 de junio de ese año el Ayuntamiento de Fuenteguinaldo aprobó su nombramiento como hijo predilecto y la realización de un homenaje que tuvo lugar el 24 de septiembre de 1944.

La última fecha a la que hace referencia en su biografía es el 19 de diciembre de 1945, inauguración del Museo de Don Santiago Ramón y Cajal, por lo que debió terminar de escribir el manuscrito pocos meses antes de su fallecimiento, el 4 de enero de 1947, a los 86 años.

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Para terminar, quiero destacar y agradecer el interés, trabajo y esfuerzo que puso el Dr. Reverte Coma para que la autobiografía de D. Domingo fuera publicada, al final hemos terminado lo que él empezó.

Porque haciendo honor al espíritu aventurero de D. Domingo, podemos decir que la publicación de su Autobiografía también ha sido una aventura, por los avatares que ha seguido y del mismo modo que ya está impresa, pudo quedar en un cajón olvidada para siempre.


NOTA: Se ha respetado en el texto el estilo y la ortografía de la época en que la escribió, a pesar de que la RAE ha modificado posteriormente algunas reglas.

Fotos de la presentación
 (Fotos de la presentación)