martes, 10 de mayo de 2016

Las columnas de Ciudad Rodrigo I

El Presbítero e historiador Jesús Pereira continua con el tema de las columnas de Ciudad Rodrigo escribiendo el siguiente artículo en El Salmantino del 8 de enero de 1913.

Las columnas de Ciudad Rodrigo

¿Las columnas de Ciudad Rodrigo, son mojones divisorios de la España Ulterior y Citerior? ¿Lo son de las provincias imperiales? ¿Son acaso los términos augustales que establecieron los límites de Miróbriga con Elmántica (sic) y Bletisa? ¿Son las dos cosas a la vez, amalgamadas y confundidas por el celo de un Ayuntamiento ligero?


He aquí una cuestión digna de dilucidarse.
En mi artículo anterior, contestando al señor Rodríguez Miguel, daba yo por averiguado que las columnas de Ciudad Rodrigo no son los Milagros de Urueña; pero como a través de las preguntas del erudito vicepresidente de la comisión de Monumento, me parece que asomaba otra interrogación más honda y trascendental sobre este monumento romano, aprovecharé la cuestión que ello me ofrece para exponer ciertas dudas y sospechas, (no llegan a opinión), ha mucho concebidas sobre lo que pudieron ser esas columnas que Ciudad Rodrigo usa como blasón heráldico, y de las que un rey de armas decía para explicarlas en el tiempo de Carlos V:
Ciubdá Rodrigo, en sennal
de sus onrrosas fortunas
se zifra en tres columnas
d’antigua, noble, é, leal.

Dice S. Cabañas en el capítulo I de su historia de la muy noble y muy ilustre ciudad de Ciudad Rodrigo, que las tres columnas fueron puestas por Augusto, «a los cuarenta y dos años de su imperio, para señalar hasta dónde llegaban los términos de la España Ulterior».
Téngase en cuenta que la división de España en Ulterior y Citerior no pertenece la Imperio, sino a la República Romana (206 antes de J. C., según unos, 197 según otros, en tiempo del pretor Catón), división que Augusto vino a destruir con lo que él hizo de España, dividiéndola en tres provincias: dos imperiales, la Tarraconense, que comprende la España Citerior, y la Lusitania desde el Duero hasta el Guadiana, en la Ulterior, ocupando lo restante la Bética, provincia senatorial, y téngase también en cuenta, que es opinión común, que Augusto hizo esta división sobre el antiguo límite de la división republicana (1).

Al decir, pues, Cabañas que Augusto puso las columnas para señalar los términos de la España Ulterior, no puede entenderse, puesto que esto sería una ignorancia inadmisible en Cabañas, que Augusto dividiera a España en Citerior y Ulterior y que para establecer el límite pusiera las columnas, sino que para deslindar a Miróbriga de la provincia de Lusitania, puso las columnas sobre el antiguo límite de la España Ulterior. Hipótesis que a mi juicio, se compone perfectamente con esto que en el capítulo III dice el mismo historiador: «en el año 42 de su imperio, mandó Augusto señalar los términos de las ciudades y pueblos fronterizos a Lusitania, porque los naturales de ésta se entraban y apacentaban sus ganados en los términos de aquellos; y al mismo tiempo ordenó poner en esta ciudad tres grandes columnas, con el fin de evitar así los pleitos y pendencias que podían mediar entre ellos. Fue esto a los sesenta años de su edad y el primero de Nuestro Señor Jesucristo.»

Y aquí sale un nuevo enredo (2). Parece claro conforme a la hipótesis establecida, que Augusto mandó deslindar a Miróbriga de Lusitania: pero ¿las columnas las mandó poner sólo al límite de Lusitania y Miróbriga, antiguo límite probablemente de la España Ulterior, o (empleando las palabras de Cabañas) al mismo tiempo ordenó poner en esta ciudad (dentro de la ciudad o en sus inmediaciones) tres grandes columnas, con el fin de evitar así los pleitos y pendencias entre ellos?

Si es lo primero que parece, el sentido más obvio, se puede colegir que las columnas fueron puestas por Augusto sobre el antiguo límite de la España Ulterior para señalar la frontera de Miróbriga y Lusitania; y que éste debe ser el sentido de esas palabras, nos lo dicen estas otras del capítulo II: «la causa que movió al emperador Augusto a acrecentar y poblar de romanos la ciudad de Miróbriga (fue) por parecerle sitio acomodado para la frontera de los rebeldes lusitanos y en consideración a su fundador se empezó a llamar Augustóbriga. No obstante, cuando pusieron las tres columnas que señalaban los términos, se llamaba todavía Miróbriga como consta de las inscripciones». Y si es lo segundo, es decir, que las mandó poner en Ciudad Rodrigo, se puede colegir que fueron traídos desde el límite de la España Ulterior para consagrarlos al emperador, o se puede deducir lo mismo que anteriormente con sólo suponer que el límite de la España Ulterior, fuese el río Águeda, desde su unión con el Duero (lo que no me parece improbable) y en este límite dentro de Ciudad Rodrigo, mandara poner las columnas.

Adviértase también que en las palabras citadas hasta ahora, Cabañas habla de las columnas; de Lusitania, de la España Ulterior y de Miróbriga; pero para nada nombra a Salamanca y Ledesma; ni dice que las columnas fueran los términos de estos tres pueblos.

Pues bien, a pesar de ello, el capítulo III de su historia, lo dedica íntegramente a decir que las columnas fueron términos augustales de Miróbriga con Salamanca y Ledesma, y otro pueblo que no menciona porque faltaba una tercera piedra y «sería apreciable, dice, se descubriera la tercera piedra».
(Continuará)
NOTAS:
    (1) Era este límite, según historiadores que no quieren exponerse a errar una línea (no dicen si recta o quebrada), tirado desde la desembocadura del Duero hasta Almería. El señor Lafuente, en el mapa que acompaña al tomo 1º de su obra, hace subir el límite Duero arriba hasta cerca de Simancas, bajando después por Salamanca, atravesando tierras retanas para bordear las de los carpetanos, oretarios y bartetarios. Según este mapa de Lafuente, los restantes pertenecieron a Lusitania y esto no parece fácil de admitirse, so pena de dar por cierto que la Lusitania llegara casi al corazón de la Celtiberia.

(2) Escrita la Historia por S. Cabañas en 1627 a 28, no fue dada a imprenta hasta el año 1861, habiendo, por consiguiente, corrido manuscrita y víctima de mis atormentadores copistas nada menos que 234 años. Téngase esto muy en cuenta para juzgar de las confusiones y enredos que aparecen en la Historia impresa.

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